miércoles, 27 de julio de 2011

La calle donde vivo - José Pérez


La calle donde vivo se encuentra en Playa Bonita, una urbanización de Quíbor, estado Lara, es una calle como cualquier otra, es una calle donde las niños te hacen saber rápidamente que allí viven por cantidad, la algarabía los sonidos de las pelotas contra el pavimento, las palabrotas que te dejan asombrado para personas de tan corta edad, así es mi calle. Yo acostumbrado al silencio y a la paz del hogar, los primeros días me hallé luchando para adaptarme; para ser más preciso ya tengo tres años allí y aún no me acostumbro, pero le presto menos atención a los incesantes ruidos.

Es una calle chica, con menos espacio del que necesito, es una calle perfecta para los niños, no posee nada de especial según veo, sólo casas y nada más, pero ahora que lo pienso, algo bueno ha de tener, pues casi siempre está poblada de personas, muchas personas de toda la urbanización.

Mirar esa calle es redescubrir algo nuevo. Y pensar que paso automáticamente todos los días, sin detenerme a observar un poco en qué ha cambiado. Alguna vez fui observador, creo que todavía lo soy, pero con tantas responsabilidades sobre mis hombros, es realmente difícil dedicar apenas un par de minutos a la contemplación de esa calle.

Aún con tres años viviendo en esa calle, no me siento parte de ella, aunque un verdadero ajetreo y estrés resulta ahora mi vida, creo que nos parecemos mucho, pero alguna parte de mí se niega a ser como ahora soy, no quiero pasar toda la vida como un autómata, ejecutando labores sin meditar sobre ello.

Lo que más valoro es la tranquilidad, pero está tan difícil conseguirla hoy que me conformo con el silencio.

Inmutablemente, la calle donde vivo es bulliciosa, como sin cambiar mi vida es ajetreada, lo que si cambia cíclicamente es mi forma de hacerle frente, a veces de una manera sumisa sin siquiera chistar, a veces con una subida repentina de energía y entusiasmo, a veces con la energía brusca que proviene de la ira, pero ahora que lo pienso, nunca, nunca con alegría.

Me agrada cuando llueve, sólo así se ve tan tranquila la calle, parece otra, un rió provocado por la lluvia ahora se encuentra fluyendo por el frente de mi casa, poco a poco escampa y el agua va arrastrando lo inservible lo fútil que hay en la calle, sólo así salgo al frente de una forma tranquila, percibo el fresco olor que impregna el ambiente, el sonido del agua escapándose me tranquiliza, me deja profundamente meditabundo y me agradaría que así fuese siempre, una tranquilidad, un pensar un saber que soy más de lo que de mí pueden ver, un saber que ha valido la pena vivir, más allá que llenar un espacio que bien y sin esfuerzo pudo haber llenado otra persona|.

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